Retorcido documental sobre Armie Hammer: depravación, puritanismo y morbo

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Foto: Cortesía

El Retorcido documental sobre Armie Hammer. HBO Max ha estrenado la serie documental de tres capítulos La casa de los Hammer. Está protagonizada por el actor Armie Hammer, acusado de abusos sexuales y violación y apestado de Hollywood. Descendiente de una saga de multimillonarios con muchos ‘pecados’ debajo de la alfombra persa

La primera vez que Armie Hammer abrió la boca en pantalla fue en el episodio catorce de la segunda temporada de Arrested Development. En la escena, el personaje de Michael Cera acaba de perder de forma aplastante las elecciones estudiantiles y se lamenta a su padre, a quien interpreta Jason Bateman. 

En el minuto 19:54, casi al final del capítulo, en un contraplano pasa un chico alto, rubio y de ojos azules, vestido con una beisbolera azul y con pinta de pijillo malote. Levanta el dedo, señala a Michael Cera y con una media sonrisa blanco nuclear dice. “¡Hey, star dork!” (algo así como “idiota galáctico”). Apenas dos segundos. Es 2005, Hammer tiene 19 años y todo lo necesario para intentar convertirse en una estrella de cine.

Primer papel con frase –conseguirlo es duro, recuerden al Andy Millman de Extras–. Y comienzo de una carrera que fue creciendo a base de micropapeles en series, secundarios recurrentes y que, finalmente, se aceleró a velocidad ultrasónica. Doce años después gracias al papel de Oliver en Call Me By Your Name, ganadora del Oscar a mejor guion adaptado. 

Ya en la cima, Armie Hammer no supo ver la contrapartida: cuando estás en el foco también se ven las sombras. Hoy, en 2022, apenas cinco años después del estreno de la película de Luca Guadagnino. Hammer es un apestado en Hollywood, está en bancarrota y. Según medios como New York Post, trabaja de vendedor de multipropiedades en las Islas Caimán, donde se crió. 

¿Qué ha pasado entre medias? Lo revela La casa de los Hammer. La miniserie documental de tres capítulos que cuenta con el testimonio impagable de Casey Hammer, la tía del actor. Convierte la historia de Hammer en algo mucho más profundo y retorcido de lo que pudiera ser el proyecto antes de tenerla en el barco.

Los turbios mensajes de Armie Hammer

Porque La casa de los Hammer comienza adentrándose en el perfil del actor de éxito caído en desgracia después de que varias exnovias hiciesen públicos sus mensajes de texto en los que escribió ‘frases de cortejo’. Como “Tengo la fantasía de hacer que alguien me demuestre su amor y devoción atándola en un sitio público y hacer que quien quiera use su cuerpo para lo que quiera. Y ver si, por mí, dejaría que le follase gente desconocida” o “le he extraído el corazón a un animal vivo y me lo he comido cuando aún estaba caliente”. 

Una exposición que dio pie a que varias de sus exparejas, que aparecen en la serie documental, lo acusasen de abusos sexuales y violación. Lo que llevó a una investigación de nueve meses del Departamento de Policía de Los Ángeles que se cerró sin cargos en diciembre de 2021.

La casa de los Hammer, dirigida por Elli Hakami Julian P. Hobbs. Empieza como un perfil de Armie Hammer en uno de estos formatos de juicio paralelo que tan rentable le está siendo a las plataformas.

Después del #MeToo ha nacido un subgénero del true crime centrado en celebridades acusadas de abusos sexuales, como es el caso de Habitación 2806. Que cuenta los desmanes del político socialista francés y director del FMI Dominique Strauss-Kahn, o Raising Phoenix. En el que la actriz Evan Rachel Wood desvela las prácticas abusivas a las que Marilyn Manson sometió a varias de sus exparejas, la propia Wood entre ellas.

Abusos de poder y puritanismo

En La casa Hammer llevan al principio del hilo conductor los testimonios de la empresaria Courtney Vucekovich y la actriz Julia Morrison. Entre otras, exnovias de Hammer que relatan cómo conocieron al actor y cómo empezaron a mantener una relación sentimental que rápidamente fue derivando a prácticas sadomasoquistas no consensuadas y. En algún caso, también a una presunta violación. 

Las mujeres cuentan sus experiencias que, junto a los menajes de texto, trazan un retrato de Hammer poco favorecedor. Narcisista, manipulador y poco tolerante a la frustración, Hammer parece que mantenía el mismo modus operandi con todas ellas. Que al final acababan cediendo a someterse a “humillaciones” y sexo violento.

El documental plantea el abuso de poder de un hombre famoso y poderoso con chicas jóvenes y muchas veces inexpertas. También distancia las prácticas a las que las sometía Hammer contrastándolas con los códigos del BDSM que analizan expertos en la materia. Pero sí que cuesta construir un caso exclusivamente a partir de los testimonios y las pruebas. 

El puritanismo con el que los responsables abordan ciertas cuestiones sexuales hacen que las acusaciones de las mujeres pierdan fuerza. Y parezca que Hammer es simplemente un hombre con una sexualidad más extrema y perversa y con un sentido del humor. Y del flirteo algo retorcido. Hasta que llega la acusación de violación. Y el testimonio de Casey Hammer.

Porque lo que empieza como una serie centrada en el caso Armie Hammer acaba derivando en una opereta familiar en la que se dibuja a una saga en la que los abusos, el poder y la depravación se han transmitido de padres a hijos. Casi por consanguinidad. Con muchas dosis de amarillismo, La casa de los Hammer acaba –como acaban casi todos estos celebrity true crimes–. Analizando la impunidad social y legal que concede una reputación poderosa y una cuenta bancaria más que abultada. Ante un sistema que blinda el privilegio y una sociedad que admira y aspira a que algo de ese privilegio le roce.

Depravación familiar

Como si de una película de Haneke, Von Trier o Vinterberg se tratara. El segundo capítulo arranca con la voz de Casey Hammer sobre fotografías del archivo familiar en las que aparecen los principales miembros de una saga multimillonaria relacionada con el petróleo. Hammer. Que no se habla con el resto de sus parientes, desenmascara a cada uno de los descendientes de Armand Hammer. El ya fallecido dueño de Occidental Petroleum y magnate bien conectado políticamente, desde el gabinete Nixon hasta la Unión Soviética.

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A medio camino entre Celebración y Succession. La tía del actor va rascando debajo de la foto y desgranando los comportamientos de un patriarca violento, abusivo y mafioso, al que además le gustaba montar orgías con menores de edad y el sexo duro. Los detalles más escabrosos de una familia de borrachera constante se entremezclan con los líos políticos del apellido Hammer y con casos de maltrato y violencia de género. 

Los Hammer quedan retratados como la decadencia absoluta, gente emocionalmente deforme y psicopática, ambiciosa y hedonista hasta el extremo de lo ilegal. Como en una continua fiesta báquica, La casa de los Hammer describe, de nuevo con un deje puritano muy marcado, un estilo de vida ‘degenerado’ al que, además, hay que añadir las puñaladas internas por hacerse con el poder y los petrodólares.

Son las exageraciones y las rimbombancias ultrarreligiosas las que hacen que La casa de los Hammer se deje llevar por el amarillismo y pierda el foco y el rigor de un documental de profundidad. La teoría de que la familia Hammer sigue el esquema del infierno que propone Dante, a cada círculo descendiente más maldad. Como si hubiese un gen maligno hereditario, en vez de proponer una reflexión sobre el abuso aprendido y normalizado y el machismo interiorizado. Colocan a La casa de los Hammer en el puro estilo tabloide. 

Con un villano como Armand Hammer estamos más cerca casi del cuento gótico que de la crónica judicial. Eso sí, La casa de los Hammer es un placer culpable, una sesión de morbo desquiciado consumible en un atracón. Un plato de macarrones con tomate para superar una resaca.

Con información de 20 minutos

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