Tasa de abandono escolar disminuye con el nivel educativo de las madres

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La tasa de abandono escolar disminuye a medida que aumenta el nivel educativo de las madres del estudiante. En España, el abandono de los jóvenes menores de 24 años en los hogares con madres con estudios de bachillerato; FP o universitarios es similar al del resto de Europa (un 10%, siendo menos del 4% el de las universitarias). En cambio, en hogares donde la madre tiene como mucho el graduado escolar; la cifra se dobla (20%) y ya alcanza el 40% en familias donde la progenitora tiene solo educación primaria.  

Entre un extremo y otro hay casi once veces más riesgo de que un chico menor de 24 años abandone los estudios con el graduado de la ESO (o sin él);  según los datos de explotación de las variables educativas de la Encuesta de Población Activa (EPA) que realiza periódicamente el Ministerio de Educación y Formación Profesional.

De este modo la tasa para el conjunto del año 2020 varía del 39,2% para los jóvenes cuya madre tiene como mucho Educación Primaria y desciende a niveles muy pequeños; al 3,6%, para los jóvenes cuya madre cuenta con un título de educación superior.

La enorme diferencia entre las familias con madres con o sin estudios se debe, según los expertos; no solo al bagaje cultural que puede aportar para acompañar y apoyar a los aprendizajes del menor durante sus estudios; sino también a la expectativa de las familias respecto a la trayectoria del joven estudiante. En familias con alta formación se apoya o se fuerza la continuidad educativa en los momentos de mayor riesgo de abandono por parte del menor.  Este factor, el de las expectativas, es más determinante que el de la rentas familiares, añaden.

Una correlación ya conocida

«Sabemos que esta correlación existe desde hace tiempo y seguirá existiendo hasta que las mujeres que ya acceden a estudios postobligatorios sean madres; pero mientras tanto deberíamos introducir medidas correctoras sobre las mujeres adultas, tras realizar un análisis fino sobre su situación»; indica Fernando Trujillo, profesor de la facultad de Educación en la Universidad de Granada e investigador en políticas educativas.

Pone de ejemplo la competencia lectora. En hogares donde los padres leen, especialmente la madre, existe menos riesgo de fracaso escolar. Y un segundo ejemplo, en competencias digitales. En aquellos hogares con ordenador y destrezas en áreas tecnológicas, hay menor riesgo de abandono. «Por tanto, podemos incidir en esos hogares mejorando esas competencias para que ello revierta en sus hijos, y no solo actuar sobre los niños». 

A su juicio la medida de universalizar la etapa infantil de 0 a 3 años para que el niño reciba más estímulos culturales; podría ir acompañada de intervenciones sobre los padres.  «Eso es caro porque requiere medidas de conciliación familiar y de formación permanente por eso se prefiere invertir en medidas correctivas en la educación temprana».

  «Ya no es que la madre no pueda acompañar con los deberes, por cierto, fuente de segregación social; es que el niño carece de referente en trayectorias educativas exitosas», añade. El profesor explica que en las niñas de hogares con menos estudios las vocaciones steam (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son más difíciles de desarrollarse; respecto a hogares con estudios. «Incluso en niñas con trayectorias exitosas, las madres las desalientan porque no ven esa opción como la adecuada». La orientación profesional en los colegios debería realizarse con los niños y con las familias, considera.

Un fenómeno masculinizado

El abandono temprano es un fenómeno muy masculinizado. Eso también se constata en familias con estudios y sin estudios; por lo que resulta difícil valorar el impacto directo que tendría la formación de las madres sobre la permanencia de las hijas en el sistema educativo en el supuesto de querer desistir. 

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En todo caso, para hogares donde la madre tiene como máximo estudios de primaria el abandono de los chicos es de casi uno cada dos (el 48%) mientras que el de las chicas desciende a un tercio (29%). Este parámetro se reproduce  en los hogares con madres con títulos superiores. Los estudiantes hombres dejan los estudios en el 5,5% mientras que en el caso de las mujeres estudiantes en casa de madres con títulos universitarios el abandono es casi residual; alcanzando un 1,6%.

Actualmente, el grueso de las madres españolas no está ni entre las que no han superado la etapa de primaria ni las que tienen titulaciones superiores. La mayoría, un 36% tiene el graduado escolar, es decir estudios obligatorios que acaban en la ESO. (En el informe, hay un porcentaje significativo, mayor del 26%, que no constan los estudios de la madre). En esta mayoría de hogares, el 20% abandona, siendo del 13% en el caso de las niñas y del 27% en el de los niños.

Implicaciones en el desarrollo económico

El abandono prematuro de los estudios por una parte significativa de las nuevas generaciones puede tener serias implicaciones en el desarrollo económico; así como en la inclusión social y laboral del futuro. Por ello, la reducción del abandono es uno de los objetivos prioritarios de la Estrategia Educación y Formación 2020 de la Unión Europea. Convencionalmente se considera que el abandono educativo temprano se produce cuando un joven menor de 25 años no continúa formándose para obtener una titulación oficial superior después de la ESO.

En el año 2020, la tasa de abandono -sin introducir el dato de la formación materna- era del 16% en España; una de las más altas de Europa, y lejos del 10% del objetivo de la Unión Europea. No obstante, la pandemia parece haber tenido un efecto positivo, acelerando la mejora en la permanencia en el sistema educativo de la juventud. Así, en la última EPA las cifras de abandono se situaron en el 13,8% en España (15,5% para Catalunya). Eso ratifica el fenómeno de la alta demanda de estudios de formación profesional por parte de los jóvenes españoles, especialmente acusada en Madrid y Catalunya.

Alumnado extranjero

Según recoge el informe, el abandono se produce en mayor medida entre el alumnado extranjero. En el 2020, dejaron los estudios entre la población que no posee la nacionalidad española un 32,5%; superando en más del doble a la tasa de la población con nacionalidad española, 13,6%.

Por comunidades autónomas las diferencias también son significativas por cuanto la composición de la población varía y la política educativa está en manos de los gobiernos autonómicos. Destaca el País Vasco, con un 6,5%, que junto a Asturias (8,9%) y Cantabria (9,1%) están por debajo de la media europea (9,9%); además de Comunidad de Madrid (10%), que junto a las anteriores se sitúa por debajo del objetivo europeo para el 2020 (10%).

Otras cuatro comunidades se enmarcan entre el 10% y el 15%; siete quedarían entre el 15% y el 19% (incluida Catalunya con un 17,4%) y el resto se sitúa por debajo del 23%, excepto Ceuta que alcanza al 25,5%.

Con información de La Vanguardia

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