La reciente dimisión de Noelia Núñez, exdiputada y exdirigente del PP, tras la controversia sobre su currículum, ha desatado un debate sobre la coherencia y la doble moral en la política española.
El comunicador Naranjo ha puesto el dedo en la llaga al contrastar este caso con la actitud de miembros del Partido Socialista, implicados en escándalos de corrupción, que se resisten a abandonar sus cargos.
La renuncia de Núñez ha sido interpretada por algunos como un acto de responsabilidad y transparencia, mientras que otros la consideran una medida desproporcionada. Sin embargo, lo que resulta innegable es la disparidad de criterios a la hora de juzgar a políticos de diferentes partidos. La izquierda, según Naranjo, ha sido especialmente dura con la exdiputada, evidenciando un «paisaje desolador» en el que la ética y la honestidad parecen ser valores en extinción.

El caso de Noelia Núñez plantea interrogantes sobre la credibilidad de la clase política y la necesidad de establecer estándares más exigentes en cuanto a la verificación de la información y la rendición de cuentas. Si una simple inexactitud en el currículum puede llevar a la dimisión, ¿qué debería ocurrir cuando se trata de acusaciones de plagio en una tesis doctoral, como las que pesan sobre el presidente Sánchez?
La polémica en torno a la dimisión de Noelia Núñez y las acusaciones contra Sánchez ponen de manifiesto la urgencia de un debate profundo sobre la ética y la responsabilidad en la política española. Un debate que no puede limitarse a señalar las faltas de los demás, sino que debe servir para construir una cultura política más transparente, honesta y comprometida con el servicio público.