Macron y Sánchez : El hidrógeno es lo que importa, no el gas

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunirá la semana que viene en París con el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro de Portugal, António Costa. En el orden del día del encuentro está el MidCat, la infraestructura energética que, por un lado, España y Portugal. Y por otro, Alemania consideran esencial para compensar con el gas que llega por barco a los puertos occidentales de la UE el progresivo desenganche del gas desde el este, del que llega de Rusia. La construcción del gasoducto, sin embargo, sigue encontrando la oposición de Francia. El territorio por el que debería pasar, por algo que no tiene que ver tanto con el gas. Sino con la energía que abrirá la siguiente batalla, que también será económica: el hidrógeno renovable.

Los dos presidentes (Sánchez y Macron) y el primer ministro de Portugal se reúnen la semana que viene en París para hablar de esta infraestructura. El Gobierno quiere convertir España en potencia exportadora de hidrógeno verde y Francia quiere ese título con el hidrógeno de origen nuclear.

En torno al MidCat, una infraestructura que Madrid y París descartaron en 2019, gira la competición entre dos países por hacerse con el liderazgo en la UE de la energía del futuro, que ya está aquí. En un momento en el que la UE busca cómo deshacerse de su necesidad de gas ruso. Por el flanco occidental del continente se configura una nueva pugna que dirimirá qué país se alza como principal exportador de hidrógeno renovable. En una partida con enormes intereses económicos y que, como suele suceder dentro de la UE, podría saldarse con un reparto del pastel en dos colores: el hidrógeno verde y el hidrógeno rosa.

Macron, Sánchez y el MidCat

Mientras la UE estudia diversas vías para bajar la factura de luz actuando sobre el precio del gas -desvincular su precio del resto de energías en la futura reforma del mercado eléctrico, fijar un tope a su precio o negociarlo con los productores amigos, generalizar la ‘excepción ibérica’ o  hacer compras conjuntas-, en el proyecto del MidCat se ha colado por la puerta de atrás el hidrógeno. El proyecto que contempla el Gobierno español consiste en que por ese tubo circule en un primer momento gas natural llegado por barco a sus puertos y a los de Portugal hacia el centro de Europa y que esté adaptado para que posteriormente pueda pasar por él el hidrógeno verde. Macron, sin embargo, insiste en que la circulación de gas no es la solución, al menos desde debajo de los Pirineos, y que en lugar debe intensificarse la interconexión de electricidad.

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Líder en exportación

«La cuestión es si vamos a hacer circular el hidrógeno por toda Europa o, más bien, la electricidad para hacer electrólisis [para separar el hidrógeno de otros elementos]. Es una verdadera discusión estratégica que hay que tener. Creo que nuestra prioridad es tener interconexiones eléctricas en Europa», agregó a su llegada la semana pasada a la primera reunión de la Comunidad Política Europea que se celebró en Praga.

El Ministerio de Transición Ecológica no tardó en reaccionar a estas palabras recordando que tanto el coste, como el impacto ambiental como el plazo de construcción es mayor cuando se trata de una conexión eléctrica. El departamento de Teresa Ribera habló entonces de «ducto», sin especificar entre gasoducto o hidroducto, sabedor de que Macron no rechaza el transporte de hidrógeno, sino que, de nuevo, lo que querría es que parta de de Francia hacia el resto de la UE y no desde la Península ibérica.

«Ir hacia el hidrógeno», dijo Macron en Praga, una dirección que comparte el Gobierno español, que también tiene claro que de lo que habla el presidente francés no es de unir la Península ibérica con el resto de Europa para transportarlo. En su lugar, la intencionalidad que se le atribuye a Macron es cortar el paso al resto de la UE el hidrógeno renovable que en pocos años previsiblemente empezará a producir España. La desconfianza en Moncloa hacia Francia sobre lo que ocurre en la frontera de los Pirineos no es nueva y en esta ocasión el recelo viene por el papel que, como España, también quiere jugar Francia como líder exportador de hidrógeno, que se considera el sustituto del gas natural.

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El hidrógeno renovable se obtiene de separar el hidrógeno de otros elementos con los que aparece en la naturaleza sin que en el proceso se emita CO2 a la atmósfera. Está llamado a sustituir al gas natural en ámbitos como la industria donde no bastará la electrificación. España, como otros países europeos y la propia Comisión, todavía prepara la normativa que regulará su producción y su uso, incluidas garantías de origen para asegurar que es renovable.

Sánchez y Macron

Pero la actual crisis energética y la constatación de que la UE y sus países tienen que avanzar rápidamente hacia la autosuficiencia hace pensar que la generación del hidrógeno renovable, que en la hoja de ruta europea para la transición ecológica está prevista a partir de 2030, se adelantará. Los cálculos en el Gobierno es que España pueda empezar a «bombear» hidrógeno renovable ya en 2025. Es decir, en poco más de dos años. El hidrógeno no es el futuro, es prácticamente el presente.

Intereses y competición de Sánchez, España y Francia

En esta hoja de ruta común hay intereses nacionales que convierten a España y Francia en competidores con dos tipos de hidrógeno. Si España cuenta con su potencial de energías renovables para generar hidrógeno verde -por ejemplo, su separación de otros elementos se haría con electricidad generada por placas solares-, Francia quiere aprovechar su potencial nuclear para producir otro tipo de hidrógeno, el hidrógeno verde, que si bien no es renovable sí es considerado «limpio». España quiere ser líder exportador de hidrógeno verde y Francia, de hidrógeno rosa, y es aquí donde empieza una competición en la que «hay mucho dinero en juego», según reconocen en el Gobierno.

Por ejemplo, el Gobierno español acaba de anunciar un «refuerzo» del plan estratégico que promoverá el hidrógeno renovable con el Fondo de Recuperación de la UE y a un presupuesto inicial de 3.500 millones añadirá otros 1.000. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció hace unos días la creación de un “Banco Europeo de Hidrógeno” que invertirá 3.000 millones de euros en los próximos años para acelerar el desarrollo del hidrógeno renovable.

Macron y Sánchez

Aunque las inversiones que se cuentan por miles de millones, no todos los Estados miembros están igual de bien posicionados para producir un hidrógeno que requiere o mucha energía renovable para que la electrolisis necesaria no emita CO2 o, en su lugar, energía nuclear para hacer este proceso con una energía que desde julio de este año tiene etiqueta de «verde» en la UE. Cada uno por un motivo, España y Francia parten desde una buena posición, también para competir por quién se convierte en la UE en la ‘Rusia del hidrógeno’, capaz de bombear a otros Estados Miembros. Si se hace e MidCat, España tendrá posibilidades. Si no se hace, Francia se quedará con buena parte del pastel.

Con información de 20 minutos

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