Venezuela no es ni será la misma.
Aquel domingo 22 de octubre de 2.023 lo cambió todo. El resultado de las primarias convocadas y organizadas por la Plataforma Unitaria, han marcado la historia hasta el presente y lo seguirán haciendo.
La usurpación trató de evitarlas a toda costa. Se pronunciaron contra ellas todos los “poderes públicos” confiscados. Se inhabilitaron candidatos de oposición, entre ellos especialmente a María Corina, se confiscaron partidos, se buscó imponer que el CNE oficialista rigiera la elección, pero no pudieron evitarlas, la decisión de cambio ya había sido tomada por el pueblo. Así surgió el liderazgo más legitimo que hemos tenido, el de María Corina Machado y de ese, el de Edmundo Gonzales Urrutia, Presidente constitucional de Venezuela.
En Venezuela hoy, todo se ha juntado para predecir que la libertad y el camino a la grandeza están sumamente próximos.
No me refiero sólo al apoyo internacional que a buena hora recibimos y que crece y se multiplica, sino, sobre todo, a la perfecta combinación de los factores internos determinantes para el cambio y la reconstrucción: los venezolanos que dentro y fuera actúan como el sujeto político preciso para el cambio, como lo está demostrando una vez más y un liderazgo serio, coherente y unido para guiarnos a través de la lucha y la reconstrucción del país, encarnado en María Corina Machado y Edmundo González.
Lejos quedó la práctica equivocada de algunos partidos que, desde hace tiempo, funcionaban con un jefe que se reunía con algunos dirigentes para dictar la “línea política” que estos debían “operativizar”.
Así, más que procurar el cambio, discutían entre ellos para repartirse algunas cuotas de poder. Esta fue una experiencia que nos hizo mucho daño, pero que, gracias a Dios, sabemos, que está siendo discutida para ser superada.
Es cierto que las mafias que han usurpado el poder se robaron más de 550 mil millones de dólares. Se robaron los sueños y el dinero que era de todos los venezolanos.
Pero allí está de nuevo el binomio liderazgo-pueblo venezolano. Estamos preparados para ir al encuentro del país que nos espera: la Venezuela libre, la Venezuela democrática. La Venezuela reconstruyéndose, saliendo como el Ave Fénix de las cenizas, pero no para ser como fuimos antes, sino mejor que antes.
Seguro estoy, que Venezuela se reconstruirá para ser el mejor país del mundo. Vamos a ser la potencia económica, política y social más reconocida en América Latina, irradiando prosperidad hacia el concierto de naciones. Eso será así porque lo haremos en democracia.
Desde las primeras de cambio, desde el mismo inicio, se buscará la estabilización del país para apoyar el empuje de nuestra gente y garantizar suministro de combustible, tener alimentos y medicamentos, seguridad, y con transparencia absoluta y normas claras abrir la economía a la inversión extranjera estimada en 1,7 billones de dólares en este momento.
Venezuela puede convertirse en el centro energético de las Américas basados en el petróleo y el gas, en un esfuerzo que confluye con la diversificación de nuestra economía hacia otros sectores como la tecnología, la agricultura, el turismo y la minería, buscando hacer de Venezuela un polo de innovación tecnológica, en fin, crear oportunidades para atraer inversores privados.
Un país entero avocado a recuperar los sistemas de salud, educación y los servicios públicos para apuntalar el esfuerzo de cada venezolano.
Un país de brazos abiertos para recibir con honores a los millones de venezolanos que regresarán, con todo el cúmulo de conocimientos y experiencias, desde todas partes del planeta.
Y al lado de las cuestiones económicas y sociales, los venezolanos debemos reconstruir la política.
También es inaplazable reconstruir nuestras instituciones para darles transparencia, honradez, vocación de servicio, pulcritud administrativa, eficiencia. Que sean instituciones para la democracia, desde las que se actúe con la absoluta convicción de que los venezolanos no son sólo el objeto de sus políticas públicas, sino que son, sobre todo, el sujeto político que forja y produce los cambios, y que a ellos nos debemos para apuntalar y favorecer esa misión.
Hay un principio que está en el ADN de la democracia: la unidad en medio de la diversidad. Hay una lección aprendida que vale mucho la pena continuar: la elección primaria de los candidatos a presidir e integrar las instituciones.
Todos estos años de lucha, han hecho surgir verdaderos dirigentes locales y sectoriales que escasa vinculación tienen con los partidos tradicionales, muchos de ellos estarían lejos de ser “apadrinados” en una repartición tradicional, a la vieja usanza. Propiciemos la elección en primarias para obtener la legitimidad.
Debemos acelerar nuestra unidad como pueblo, no sobre la base de ideologías, cada uno tiene el derecho a pensar como quiera, sino una gran unidad sobre la base de un ideal: la democracia.
Así que: Venezuela, mucha fuerza, mucha determinación, que nada ni nadie nos opaque este sentimiento de fuerza y de cambio que sentimos hoy.
Ismael García.
Noviembre 2.025



