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El maquillaje es un arte, y como toda obra maestra, su secreto reside en el equilibrio. Más allá de las modas y los productos de tendencia, los profesionales de la belleza se rigen por principios atemporales para crear looks que realzan sin disfrazar. A continuación, exploramos los cuatro equilibrios esenciales que todo amante del maquillaje debería dominar.
- Equilibrio de la Intensidad
Esta es la regla de oro: si tus ojos son el foco, tus labios deben ser un complemento sutil. Unos ojos ahumados o un delineado dramático lucen mejor con un labial nude o un gloss discreto. Por el contrario, un labial rojo vibrante o un tono oscuro se convierten en el protagonista cuando se combinan con un maquillaje de ojos minimalista. Mantener este balance evita que el rostro se vea sobrecargado y permite que un rasgo resplandezca por sí solo. - Equilibrio de la Luz y la Sombra
Tu rostro no es un lienzo plano; tiene volúmenes, ángulos y texturas. El equilibrio de luz y sombra (el famoso contouring e iluminador) consiste en utilizar tonos oscuros para «hundir» y definir (pómulos, nariz, mandíbula) y tonos claros para «resaltar» e iluminar (parte alta de los pómulos, puente de la nariz, arco de la ceja). Este juego de claros y oscuros devuelve la tridimensionalidad al rostro, creando una apariencia más esculpida y natural. - Equilibrio de la Armonía Cromática
La selección de colores es crucial. El equilibrio cromático se logra al elegir tonos que no solo te gusten, sino que también complementen tu subtono de piel. Ya sea que prefieras una paleta monocromática (diferentes tonos del mismo color), una combinación análoga (colores adyacentes en el círculo cromático) o un contraste complementario (opuestos para un efecto más audaz), la armonía de colores asegura que el maquillaje se vea coherente y favorecedor. - Equilibrio con la Piel
El mejor maquillaje comienza con un lienzo impecable. Este equilibrio se refiere a la importancia de la rutina de cuidado de la piel. Sin una piel limpia, hidratada y protegida, cualquier base o corrector no lucirá bien y durará menos. Preparar el rostro con una buena rutina de skincare (limpieza, hidratación y protección solar) es la base que permite que el maquillaje se integre, se vea radiante y, en última instancia, resalte tu belleza natural.
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