El Ejército israelí confirmó este miércoles que uno de los cuatro cadáveres entregados por Hamás no corresponde a ningún rehén israelí. Se trata de los restos de un ciudadano gazatí, según los análisis forenses realizados en el Instituto Abu Kabir.
Hamás enfrenta dificultades para localizar los cuerpos de los 28 rehenes fallecidos, muchos de ellos desperdigados entre ruinas o en paradero desconocido. Hasta ahora ha entregado ocho cadáveres y planea aumentar el número en las próximas horas. La presión del Gobierno israelí y del presidente estadounidense Donald Trump se intensifica a través de mediadores para acelerar el proceso.
En protesta por la entrega incompleta, Israel anunció el martes que aplazaría el cierre del cruce de Rafah hasta este miércoles y comunicó a la ONU que limitaría el ingreso de camiones con ayuda humanitaria a un máximo de 300 diarios. Esto contrasta con el mínimo de 600 estipulado en el plan de tregua impulsado por Trump, vigente desde el viernes.
La entrega de cadáveres se ha convertido en un punto de tensión diplomática y emocional. Para las familias israelíes, recuperar los restos es una cuestión de cierre y dignidad. Para Hamás, representa una moneda de negociación en medio de un conflicto que ha dejado miles de muertos y desplazados.
La confusión sobre la identidad de los cuerpos entregados —como el caso del ciudadano gazatí— añade complejidad al proceso. Las autoridades forenses trabajan contrarreloj para confirmar identidades, mientras los mediadores presionan para acelerar el ritmo de las entregas.
