La Unión Europea ha sellado un acuerdo comercial con Estados Unidos que, a pesar de las críticas, ha sido calificado como un paso «positivo y realista» por expertos. El texto del diario La Razón, defiende que este pacto, más que una simple concesión, fortalece el comercio bilateral, elimina barreras arancelarias en numerosos sectores y establece una alianza estratégica clave en áreas como la defensa, la energía y la tecnología.
Las objeciones a este acuerdo provienen de la animadversión hacia la administración estadounidense, de la ignorancia sobre los términos reales o de una visión proteccionista obsoleta.
Se sostiene que la alternativa a esta negociación no era otra que un colapso de las exportaciones europeas y una pérdida de competitividad en el mercado global.
Una de las críticas más recurrentes se centraba en los aranceles del 15% que Estados Unidos habría impuesto, pero el texto rebate este punto, señalando que los expertos consideraban estos aranceles como «asumibles» y que un impacto significativo se hubiera producido solo con tasas mucho más elevadas.
Además, se destaca que la Unión Europea podría haber obtenido una reducción de aranceles aún mayor si hubiera estado dispuesta a eliminar todas sus barreras no arancelarias, una concesión que finalmente no se hizo.
Entre los beneficios más notables del acuerdo se menciona el compromiso de la UE de levantar sus propias barreras internas, lo que facilitará el comercio dentro del bloque.
El pacto también amplía los sectores con aranceles cero y, en un movimiento de gran calado estratégico, incluye una inversión de 600.000 millones de dólares en el sector energético estadounidense, lo que no solo diversifica el suministro de energía de Europa, sino que también refuerza la cooperación en defensa y tecnología sin comprometer las inversiones nacionales.
Según las estimaciones, este acuerdo podría generar un beneficio económico de 150.000 millones de euros anuales para la Unión Europea, corrigiendo un déficit comercial que el autor considera «injusto» y alejando el fantasma de una catástrofe económica. En esencia, se presenta como una jugada maestra que fortalece a Europa en el tablero geopolítico y comercial.