A los 30 años, la piel comienza a experimentar cambios que requieren atención especial. La producción de colágeno y elastina, esas proteínas que mantienen la piel tersa y elástica, empieza a disminuir. Además, la regeneración celular se vuelve más lenta, pasando de 28 a 35 días en renovarse, y comienzan a aparecer las primeras manchas y pigmentaciones. Es el momento en que el exceso de sol de los años anteriores empieza a pasar factura, y de repente, surge un pequeño lunar rojo en la piel.
Este lunar, conocido médicamente como “angioma de cereza”, también llamado “punto rubí”, es una pequeña proliferación benigna de vasos sanguíneos que aparece en la piel. Tiene un color rojo brillante, redondeado y de pocos milímetros de diámetro. Aunque suele aparecer de forma espontánea sin un desencadenante claro, su presencia está relacionada tanto con el envejecimiento cutáneo como con factores genéticos. Si tienes uno, probablemente tus padres también tengan algunos, ya que pueden seguir apareciendo con los años sin representar un riesgo para la salud.
Los puntos rubí son lesiones benignas, no peligrosas ni propensas a convertirse en cáncer. Son lisos, de color rojo o violáceo intenso, y no suelen cambiar de forma ni dar síntomas. Sin embargo, si notas que una lesión cambia, sangra sin motivo, crece, se ulcera o duele, es importante consultar a un dermatólogo para descartar otras causas.
Aunque afectan por igual a hombres y mujeres, algunas estadísticas indican una ligera mayor prevalencia en mujeres, especialmente durante el embarazo, cuando los niveles de estrógenos pueden estimular su aparición. De hecho, más del 75% de las personas mayores de 70 años tienen alguno de estos puntos rubí, lo que demuestra lo comunes que son.
¿Se pueden eliminar por motivos estéticos? ¡Por supuesto! Aunque no requieren tratamiento médico, muchas personas optan por eliminarlos si están en zonas visibles. La opción más utilizada es el láser vascular, específicamente el Neodimio YAG, que elimina los angiomas de forma precisa y con mínimas molestias. También se puede recurrir a la electrocoagulación en casos de mayor tamaño, aunque con un mayor riesgo de lesión residual. Estos procedimientos son rápidos, generalmente realizados con anestesia tópica, y no requieren largos periodos de recuperación. Es importante recordar que, aunque eliminados, pueden volver a aparecer nuevos con el tiempo.
En resumen, a partir de los 30, cuidar la piel y estar atentos a cambios en lesiones como los puntos rubí es fundamental para mantener una piel saludable y lucirla con confianza.
Con información de elpais.com
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