La Peste Porcina Africana (PPA) ha regresado a España, una situación que el país creía haber superado hace más de tres décadas. La detección de focos en Cataluña es una declaración de emergencia sanitaria, activando un complejo operativo nacional para contener el virus y una crisis en el tercer sector porcino mas grande del mundo.
De esta manera este virus amenaza con paralizar miles de millones de euros en exportaciones y, aun peor, con instalarse de forma permanente en el ecosistema ibérico.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, liderado por Luis Planas, está inmerso en una intensa batalla diplomática para que los socios comerciales acepten la regionalización. Este mecanismo permite mantener el mercado abierto para los productos que no provengan de la zona de infección. Recientemente, China, un mercado clave, ha aceptado esta diferenciación, permitiendo las exportaciones, salvo las procedentes del foco de Barcelona.
La mayor preocupación del Ministerio de Agricultura y del plan de Vigilancia Epidemiológica es la posibilidad real de que el virus se asiente y se vuelva endémico en la Península Ibérica. Esta amenaza de cronicidad no se debe solo al virus, sino a la conjunción de factores biológicos y medioambientales únicos en la región.
El primer factor de mantenimiento de esta peste es la explosiva población de jabalíes. Estos animales actúan como un reservorio natural, manteniendo el virus circulando en el medio silvestre, el segundo vector es más silencioso y peligroso: la garrapata del género Ornithodoros spp. Aunque el foco actual está en Cataluña, la presencia de esta garrapata en el suroeste peninsular (Extremadura, Huelva) añade una dimensión de riesgo inquietante. A esta complejidad se suma el factor estacional: el periodo invernal. Las bajas temperaturas y la escasez de especies carroñeras en el campo implican que los cadáveres de jabalíes infectados se conserven durante largos periodos.
Ante la amenaza de que el virus pase a las granjas, se han movilizado equipos multidisciplinares, incluyendo la Unidad Militar de Emergencias (UME), el SEPRONA de la Guardia Civil y diversos cuerpos de Agentes Rurales y Policías Autonómicas, para asegurar el cumplimiento de las restricciones en la zona afectada. Se ha delimitado un radio de control de 20 kilómetros y se ha establecido la prohibición estricta de la caza para evitar la dispersión de los jabalíes contagiados.
Además, el Ministerio ha puesto en marcha medidas de bioseguridad excepcionales, incluyendo la distribución de repelentes odorantes en los perímetros de las granjas, buscando crear una barrera olfativa que disuada a los jabalíes de acercarse. La única vía para salvar la industria porcina española es lograr una contención ejemplar, evitando a toda costa la propagación a las explotaciones y superando los 12 meses sin nuevos casos que permitan al país recuperar la confianza del mercado mundial. La incertidumbre sanitaria y económica se cierne sobre uno de los pilares de la ganadería española.





