Dos bomberos trabajan en apagar el incendio de Carcastillo, Navarra, el pasado domingo/FOTO El País
La ola de calor sin precedentes que azota a España se ha convertido en un catalizador para la propagación de incendios forestales, generando una crisis ambiental y poniendo a prueba los recursos de emergencia. Expertos advierten que la combinación de altas temperaturas, vegetación seca y abandono rural ha creado un escenario propicio para la devastación.
«El calor extremo actúa como un combustible adicional, desecando la vegetación y convirtiéndola en un material altamente inflamable», explica la Dra. Elena Pérez, experta en incendios forestales. «Esto, sumado a la falta de gestión del territorio, ha provocado que los incendios se propaguen con una velocidad y una intensidad alarmantes».
La simultaneidad de incendios en diferentes puntos del país ha dificultado las labores de extinción, obligando a las autoridades a priorizar la protección de vidas humanas y bienes materiales. Los bomberos y brigadistas forestales se enfrentan a condiciones extremas, combatiendo las llamas en terrenos escarpados y con temperaturas sofocantes.
El abandono del mundo rural, la falta de inversión en prevención y la acumulación de vegetación seca son otros factores que contribuyen a la gravedad de la situación. Algunos expertos proponen la implementación de quemas prescritas, una técnica ancestral que consiste en realizar quemas controladas en invierno para reducir la carga de combustible y prevenir incendios de gran magnitud.
La crisis de los incendios forestales pone de manifiesto la urgencia de abordar el cambio climático y de adoptar medidas de adaptación para proteger los ecosistemas y las comunidades humanas. La inversión en prevención, la gestión sostenible del territorio y la concienciación ciudadana son elementos clave para mitigar los riesgos y construir un futuro más resiliente.
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