España está en medio de lo que bien pudiera traducirse como una temporada —ya larga— de terremotos y huracanes (con prostitución y corrupción no solo en el medio sino de frente y hasta por detrás), con un epicentro: el PSOE. Bastó echarle ojo a lo ocurrido este miércoles en el Congreso, para saber que el presidente, Pedro Sánchez, la tiene color de hormiga y el agua le ha llegado al cuello, pese a su anuncio de que no piensa “tirar la toalla”, como han publicado numerosos medios de comunicación.
Si piensa o no tirarla, es irrelevante, ya que aquí lo que importa, pesa y lo está no triturando —tanto a él como a su partido, su esposa y la izquierda en general—, es la caja de Pandora que lleva rato abierta y de la que solo salen verdaderos monstruos. O, en contraposición para el PP, un cargamento de buenas noticias que la derecha está aprovechando más que un toro enfurecido al salir en los Sanfermines.
Sánchez pidió disculpas este miércoles por haber puesto su confianza en quien no debía (¿Santos Cerdán, José Luis Ábalos?), pero estas valen…

Porque estamos frente a un gobierno que ha perdido credibilidad, apoyo y respeto. Y el gran problema, en medio de todos los problemas, es que no es asunto de una persona. Un país puede tener un presidente acusado de delitos o cuya fuerza popular disminuye, pero esto es diferente; desde el presidente, pasando por la familia de su mujer y el partido político que éste representa —PSOE— crea un efecto bola de nieve que arrasa hasta con la propia ideología que todo el nefasto grupetín tiene de bandera, lo que es un golpe brutal y sin tapujos a los ciudadanos, a los electores, a España en general; con un mensaje que no requiere de muchas palabras: la izquierda está sucia, sus líderes están sucios.
En reporte del diario ABC, se resume lo que vox populi se conoce como los “prostíbulos” de la familia de Begoña Gómez, que pertenecían a Sabiniano Gómez, suegro del presidente Sánchez: Esto data de una investigación publicada por ABC entre 2021 y 2022, en la que se desmenuza el tinglado de prostitución gay y hetero, tras una operación encubierta de saunas que el suegro del presidente Pedro Sánchez manejaba y, ¿por qué no?, también frecuentaba —hay que estar pendiente del negocio, ¿no?.

Pero de vuelta al presente, este miércoles sirvió de termómetro para presenciar el nivel —vaya, tal vez en el inframundo— al que ha caído Sánchez, con un solo misilazo que le disparó el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, “¿De qué prostíbulos ha vivido usted?”, ¡Booooom! Directo al orgullo, directo a todo lo que él se supone representa… Y directo a una pared, un muro contra el que Pedro Sánchez está acorralado.
Sí, Sánchez puede gritar —tal vez murmurar— a los cuatro vientos que no tirará la toalla, que no renunciará; tal vez podrá firmar leyes contra la misma corrupción que lo está devorando. Pero la verdad es la verdad y para España todas las amargas verdades que cada día se hacen públicas sobre Sánchez, la familia de su esposa y el PSOE, son condimento suficiente para que el caldo del futuro político de Pedro Sánchez, su suegro y una larga lista de miembros del PSOE, haga explotar la olla de presión que hasta ahora ha contenido un desastre que se asoma en la cercanía.
Con información de Carlos Flores
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