El positivo de AMLO pone en alerta al Gobierno mexicano

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El contagio del presidente mexicano puso en alerta a medio Gobierno, cuyos miembros han optado por confinarse y seguir sus actividades desde casa a la espera de hacerse pruebas de Covid y certificar que no han enfermado. Nada de esto había sucedido hasta ahora, a pesar de que otras personas muy cercanas, como el vocero de Presidencia, Jesús Ramírez, resultó contagiado a mediados de enero. La situación evidencia la extrema gravedad que estos días ha adquirido la pandemia en México, que acaba de superar los 150.000 decesos y donde hay 8.521 nuevos casos activos en las últimas 24 horas.

El susbsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el hombre al frente de la pandemia, no ha asistido esta noche al Palacio Nacional para impartir la conferencia diaria sobre coronavirus. Lo ha hecho por videoconferencia desde su casa. “Afortunadamente estoy asintomático, comiendo bien, oliendo, saboreando”, ha dicho. Otros miembros han preferido también resguardarse hasta efectuarse pruebas que certifiquen su buen estado de salud. En este sentido, el verso suelto ha sido la secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, que sustituyó al presidente en la mañanera y respondió a las preguntas de los periodistas. Sánchez Cordero afirmó que se había hecho una prueba rápida que dio negativo y que esperaba los resultados de la PCR. Por la tarde comunicó que también dio negativo.

Sin embargo, López-Gatell echó por tierra ese dato optimista al asegurar en la rueda de prensa que de poco sirve hacerse las pruebas antes de que hayan pasado cuatro o cinco días desde que se produjo el contacto con el afectado, porque “lo probable es que en ese caso den negativo”. 

El secretario general de Epidemiología, José Luis Alomía, añadió también que antes de ese periodo de incubación “no se expresan los síntomas y no hay carga viral suficiente para determinar el contagio”. “Algunos [de los que mantuvieron contacto con el presidente en las últimas horas] han manifestado ya que su prueba de laboratorio es negativa, pero se recomiendan segundas o terceras muestras, por lo que están siguiendo el resguardo domiciliario”, añadió. Es el caso del canciller Marcelo Ebrard, que se someterá a más pruebas el próximo miércoles.

Desde que el presidente anunció su contagio con síntomas leves, el domingo por la tarde, se han sucedido las especulaciones sobre cuándo experimentó los primeros síntomas. El periódico Reforma, que cita fuentes de Presidencia, asegura que el sábado manifestó malestar, sin embargo, el domingo continuó su gira por San Luis Potosí, donde inauguró un cuartel de la Guardia Nacional. El diario asegura que después tomó un vuelo de vuelta a casa al que accedió desde su vehículo, sin pasar por los controles ordinarios, y ya se había puesto el cubrebocas. Alomía ha asegurado que, por el momento, se han identificado a ocho personas que tuvieron contacto con el presidente en su gira dominical, pero que esa cifra irá modificándose a medida que las autoridades de Nuevo Léon y San Luis Potosí comuniquen el resultado de sus pesquisas. Ha dicho que en el caso del vuelo habría que identificar también las dos filas delante y detrás del asiento que ocupó el presidente.

López-Gatell no ha querido abundar en los síntomas que manifiesta el mandatario mexicano, asistido por un equipo médico que comanda el secretario de Salud, Jorge Alcocer, y confinado en Palacio Nacional junto a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, y su hijo pequeño, ambos sin síntomas, como se informó por la mañana. 

El subsecretario afirmó que “el presidente es también un ser humano y tiene derecho a la privacidad y a la confidencialidad de sus datos médicos. No se revelerán a menos que él mismo opte por compartirlos a través de su cuenta de Twitter o por otras vías. Lo que se sabe es que presenta un cuadro leve, con síntomas mínimos, que ha tenido la clásica febrícula”, ha dicho.

Andrés Manuel López Obrador, de 67 años, hipertenso y con problemas de corazón —sufrió un infarto en 2013— permanece estable y “resolviendo los asuntos públicos, dando instrucciones y atendiendo algunas reuniones de forma remota”. Esta misma mañana ha conversado por teléfono con el presidente ruso, Vladimir Putin, con quien ha cerrado un acuerdo para traer a México 24 millones de dosis de la Sputnik V, que permitirán 12 millones de tratamientos. Todo esto lo ha explicado la secretaria de Gobernación, la persona designada en la Constitución para tomar las riendas del país en caso de incapacidad del presidente.

La enfermedad del mandatario se ha adelantado a la vacuna, que en México lleva aplicándose desde Nochebuena. López Obrador siempre ha manifestado su intención de inmunizarse para dar ejemplo a la población y mostrar su confianza en la vacuna. En octubre dijo que lo haría en público, algo que luego matizó, pero siempre ha mostrado su intención de hacerlo cuando le tocara el turno, por edad y por enfermedades asociadas, un grupo, el de las personas mayores, al que le tocará en en febrero. Por ahora, han recibido su dosis 642.105 personas, la mayoría personal sanitario y 9.149 maestros en el Estado de Campeche, el único que se mantiene con el semáforo epidemiológico en verde. Se busca con ello retomar las clases lo antes posible.

En todo caso, el presidente nunca afirmó que se vacunaría en cuanto llegaran los biológicos. Bien al contrario, siempre se ha mantenido respetuoso con el protocolo establecido para priorizar a los grupos de mayor riesgo. En su caso, recibiría una única dosis de la vacuna china CanSino. 

Gatell ha afirmado esta tarde que la vacuna, de cualquier modo, no está recomendada para las personas enfermas de covid. Preguntado además por el acuerdo con Rusia cuando aún la autoridad estatal mexicana, Cofepris, no ha dado su visto bueno a dicho biológico, ha afirmado que “se está a la espera de algunos detalles administrativos para dictaminar su autorización”. Y ha querido tranquilizar a quienes desconfían de que reciban a tiempo la segunda dosis, con la que se garantiza una inmunización del 98%: “La OMS ha identificado la posibilidad de ampliar de 21 a 42 días el periodo para la segunda dosis sin que haya riesgo ni disminuya la eficacia”. Hasta el momento, solo 28.715 personas han completado ese ciclo entre las más de 642.000 vacunadas por primera vez.

La ausencia del presidente este lunes en la conferencia matutina ha sido la imagen más significativa para evidenciar la pandemia que atraviesa México estos días con especial virulencia. La cita con la prensa cada mañana apenas se suspende unos días al año, coincidiendo con fechas festivas, pero hoy López Obrador no estaba en la emisión televisiva. Las ausencias, de sus colaboradores más cercanos, como el propio Gatell, confinado también, se han ido sucediendo. El quédate en casa ha entrado de lleno en la vida de los altos funcionarios, algunos de ellos, el presidente el primero, muy reticentes a ponerse la mascarilla.

México acumula ya 1,9 millones de contagios, además de ser uno de los países de América Latina con mayor exceso de muertes y el que más decesos cuenta entre el personal médico. Sin embargo, durante meses, las respuestas que llegaban del Gobierno no siempre estaban a la altura del drama que se vive en todo el mundo.

No ha sido la honestidad personal lo que se le ha cuestionado a López Obrador a lo largo de esta pandemia, sino la responsabilidad. El mandatario se ha situado en el grupo de los líderes que no usaban cubrebocas, como el brasileño Bolsonaro, que también se contagió, o el polémico Donald Trump, que proyectaron una imagen más cercana a la inmunidad divina que al riesgo humano. Decenas de veces se le ha interpelado en estos meses al presidente mexicano sobre su desprecio por el uso de la mascarilla, que apenas se puso en su visita a Estados Unidos en julio. Su respuesta seguía siempre la línea trazada por López-Gatell, igualmente reacio a utilizar el cubrebocas y apostar por la distancia física entre personas.

Pero las cosas han cambiado mucho en estos meses, y México atraviesa ahora momentos muy difíciles en el curso de la pandemia, con los hospitales saturados en la capital y sus alrededores, donde se acumula un cuarto de la población total del país. Tras las fiestas navideñas y como consecuencia del incremento de los contactos en las celebraciones, los últimos días se han alcanzado los picos más altos de fallecidos, con cerca de 2.000 en las peores estadísticas.

La jefa de Gobierno de Ciudad de México ya pasó la enfermedad, y otros 16 gobernadores de los 32 Estados. Solo después del contagio del vocero presidencial, el pasado 11 de enero, se anunció un protocolo especial para proteger a López Obrador. La secretaria de Gobernación ha dicho que el presidente “pronto, muy pronto, se recuperará, es optimista, responsable, un ejemplo a seguir y el líder que nos inspira a todos”. Estas alabanzas son frecuentes entre los que rodean a López Obrador. Ahora que está infectado de covid, aún resuenan aquellas palabras que le dedicó el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el hombre al frente de la pandemia en México, en marzo, cuando los periodistas preguntaban por qué el presidente seguía saliendo a sus giras los fines de semana, repartiendo besos y abrazos sin protección alguna: “La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio”, dijo Gatell, posiblemente en una de sus declaraciones más desatinadas. Era el 16 de marzo y el país, de 126 millones de habitantes, contabilizaba 53 casos confirmados de covid y siete hospitalizados.

“Yo de todas maneras me cuido, es sana distancia; es incómodo porque tengo que estar también recorriendo el país…”. Y lo que meses atrás era una “fuerza moral” se convirtió recientemente en pruebas de coronavirus recurrentes para el mandatario. Millones de mexicanos han dedicado en las redes sociales oraciones para el presidente, quien meses atrás mostró en su conferencia matutina estampitas y escapularios con los que dijo protegerse del coronavirus y otros males que aquejan a su país.

Fuente: El País